viernes, 15 de abril de 2016

Lluvia en Pekín

Llueve en Pekín

Hoy llueve en Pekín,
esta lluvia tan lejos y tan cerca de las lágrimas
pero gotas de agua al fin y al cabo,
unas limpian hoy el aire que respiro,
otras pertenecen a los que importabas y te importaron.

Y cada gota de lluvia
que cae al suelo gris de esta ciudad
que arde bajo mis pies es una lágrima tuya.
Gotas de felicidad que rodaron por tus mejillas cuando nací
lágrimas que vi rodar cuando nos reíamos
lágrimas que caen hoy en Madrid y en Pekín
que nos unen a todos en este abrazo interminable.

Tan cerca y tan lejos
has estado hoy conmigo
tú, como siempre y una vez más
has rodado en tu bicicleta de rueda fina
delante de la mía.

Tus surcos en la arena de un pinar de Ávila,
mi llanta en una avenida de Haidian
a medias los dos, entre Castilla y Changnan
bailamos con el alabeo y el chirrido de Madeira do mar.

Hoy hemos estado juntos en el salón de la Calle Salasierra
riéndonos por el hueco de la tele
porque hace un año y hoy son lo mismo
hace un año vi esta porcelana china que ahora tengo delante
y me río por dentro sabiendo
que la abuela te llevará con ella al fin del mundo.

Los piñones que dejamos de recoger del suelo, hace tiempo, hoy.
La paz que me has traído siempre.

El amor que nos dimos fue y es el mejor regalo.








2 comentarios:

Alfredo dijo...

Tus lágrimas son las nuestras, esas que caen, sobre estas palabras escritas y llenas de afecto, desde nuestros ojos enrbrasados, emborronando el teclado.
El ya está en paz consigo mismo y con Dios, Ese al que nunca dejó de lado y que guió su vida y sus actos hasta el final, hasta hoy. Descanse en paz.
Tu has estado presente en cada momento del día entre todos nosotros y mañana estarás también presente en la despedida final, intentaré, si mi garganta me lo permite, leer en tu nombre esta maravillosa carta a tu abuelo.
Te quiero

Judith dijo...

Un homenaje para el abuelo insuperable